El resto de la semana paso de forma efímera y cuando nos vinimos a dar cuenta era viernes, así que me hice una pequeña lista de cosas que necesitaba comprar entre las que se encontraba el vino para la cena. Al desconocer el menú, opté por la lógica. ¿Sushi?, fijo blanco, Chardonnay, Sauvignon, o Cava. Definitivamente los tres y el Cava seguro que caía a los postres, como los cadáveres. La semana había sido de lo más sano así que abusar un poco del vino el sábado noche tampoco iba a suponer un delito flagrante, «dos de cada ». ¿Por cierto?, no me comento qué tan de formal sería el evento, dato más que necesario para no tener unos ojos verdes algo tirantes durante el convite. En fin, no me queda otra que llamar al anfitrión. - Buenas... ¿David? ¿Cómo estás, ya lo tienes todo previsto? No me comentaste nada sobre la etiqueta, ¿algo formal o desenfadado? - Hola. Si, nada formal. Bueno la chaquetilla, esa de cocinero que llevas como segunda piel en plan Chicote, dé
Sin pretensión alguna... Una amiga me dijo que debía hacerlo, y si es amiga lo diría por algo.