Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de octubre, 2016

ANHELO

La luz de la estancia era más tenue que el lucir de un cabo de vela. Sus ojos no se acostumbraban a aquella oscuridad, pero era un mal necesario. Sólo en aquellos casos en los que la inspiración volvía tras sus pasos, regresando con él, encendía algo más de luz y así poder hacer nítido lo que escribía. No recordaba las veces que en balde había encendido luces esclarecedoras que se extinguieron sin haber emborronado aquellas hojas en blanco, ya amarillentas por el tiempo. La oscuridad y el frío se apoderaban de aquella estancia día tras día, y sólo la esperanza de una nueva oportunidad para escribir lo alentaba a seguir esperando. Gélida penumbra que arrebatas mi alma. Tu oquedad la vacía, tu helor, la arrasa Como anhelo la luz que destruya tu silencio macabro. Que broten rumores, que nazcan luciérnagas que susurre la luz, que entibie esta estancia que se vacía, que se extravía, que se apaga.

ESPERPENTO

Alarón tarante. Pierdo el pié. Me rasco la sien. Salabrín, salabrante. ¿Quién dijo qué? Un rinoceronte andante. ¿Quién contesta pues?  ¿Un caballero de capa y sombrero? Salabrante, salabrín, Ni lo uno, ni lo opuesto. Un pequeño colibrí. - Esto suena a mofa. - Ya será otra cosa. Digamos, ¿Un Esperpento para desenredar entuertos? Eso es más coherente. Alarón tarante, salabrín, salabrante. Me voy con mi cuento. Petada está la Luna. Os veo en Marte.

EL INTRUSO

Era una mañana de Navidad y las carreras escaleras arriba y abajo se sucedieron hasta que por fin sus padres empezaron a descender aquellos peldaños, que en un lento descenso, mantenían el suspense de aquellas caras que esperaban la voz de "Ya" para saltar al ataque de todos aquellos regalos que había al pié del "Nacimiento". Carlitos, el mayor, se nombró portavoz y repartidor oficial; un puesto que había anhelado durante tiempo y ahora que sabía leer no iba a renunciar a tan magnífica ocasión, y así relevar a "Mami" en esa ardua tarea. Un trabajo de responsabilidad perfectamente ejecutado. Tal como hacía ella, primero los niños, pero como en este caso él era el dueño del reparto, empezó por su hermanos pequeños aunque con variaciones, lo hizo de forma alterna, no todos de golpe, así mientras cada uno iba abriendo los regalos, el iba comprobando si la lista de Papá Noël se iban cumpliendo según las peticiones. Carlos se sentía radiante, estaba repartien

TRISTE IGNORANTE

Descalzó su pensamiento. Sigiloso. De puntillas avanzó lentamente. Un zigzagueo, rápido, como la finta de un hábil deportista que quiere escapar de su captor, y se ocultó entre sombras para no dejar entrever flaquezas, alegría, dolor, o gloria. Observó durante unos instantes y prosiguió hasta la siguiente sombra donde poder ocultarse. Mantuvo la calma. El pensamiento lívido, para que se difuminara y nadie pudiera leer su contenido. Pensó en acostarlo en un sueño eterno que lo liberase de las miserias que rodeaban su existencia, quedar ajeno, abstraído. Una nueva sombra lo cobijaba. Ahí se sentía seguro, como en el regazo de una madre que abraza, mima, que libra de todo mal. Una nueva carrera, aguantando al extremo la congoja de todos los días hasta el ocaso. La libertad. Cerrar los ojos en un profundo sueño hasta el día siguiente, que ya será otro día. Pero por hoy, ya basta de buscar sombras para ocultar sus pensamientos. Triste ignorante. Las sombras que lo cobijaron durante el día