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Mostrando entradas de noviembre, 2015

LARGHETTO SILENTE

Era la hora, la de todos los días de lunes a viernes. El pasillo de metro y medio quedaba despejado. Nadie sabe muy bien quién daba la señal,  aunque todos en general llegado el momento recogían sus cosas y lentamente desaparecían por las diferentes puertas que desembocaban al corredor. El semi bullicio enmudecía, y aquel pasillo se hacía eternamente sordo. Tras los ventanales de las estancias algunos curioseaban, pues no daban crédito a lo que les habían contado, acompañado por otros que seguían intentado  corroborar la historia. No habían campanadas que anunciara nada, simplemente un gélido pasar presagiaba su inminente llegada, y todos se volvían, agachaban la cabeza, o simplemente cerraban los ojos. Un taconeo acompasado, perfecto, como guiado por un metrónomo en «Larghetto», preciso, siempre igual, cuarenta y nueve negras por minuto, cuarenta y nueve golpes de tacón que recorrían el minuto de pasillo silente. Después, el gélido pasar se desvanecía, como se desvanecía el rastro d

MODIGLIANI QUERIDO

El sol se desbordaba por todos los alrededores y arrojaba millones de brillos a través de los ventanales del salón. Las sombras de los muebles eran esbeltas, como esos retratos femeninos de aquel pintor que intentaba recordar. «Modigliani, sí, eso era». Se mezclaban los tonos negros, ocres, caobas y recordaba sus retratos, desnudos, su bohemia vida, el alcohol, las drogas, las mujeres, y su tuberculosis. Ahí se encontraba, paradojas de la vida, con toda la energía del mundo entrando por la ventana y él, postrado, pensando en tuberculosis. Su hipocondría era tan grande como, desde que su Madre había fallecido,  su soledad. Se había preparado a conciencia, dos mantas por si aumentaba la sensación de frío, aspirinas, ibuprofenos, antibioticos, un termo de un litro con caldo clarito, termómetro, compresas frías por si sube la temperatura de la frente (como en las películas, si subía la temperatura, lo primero que le hacían al enfermo es ponerle la toallita en la frente, debía ser muy

LOS OTROS DERBIS

No es porque sea mi Madrid, o mi denostado Barcelona, lo han decidido así y entienden más que yo que de eso poco. Han reforzado la seguridad por ser un partido de alto riesgo - riesgosísimo, por las hinchadas, y por los desgraciados que arranca almas, que arrancan vidas. Es evidente que puede ser un blanco suculento y propagandista a nivel mundial, pero me aterroriza la idea de que otros partidos menos llamativos salten a la fama por un descuido. No tiene menos riesgo el partido de Betis en Sevilla, o la Real en Sanse, o por proximidad a Madrid, en el campo del Getafe.  Me puedo imaginar que a petición de los jugadores, las aficiones se abrazarían para evitar la violencia en el campo o fuera, simplemente con que se les recuerde las muertes del pasado viernes, y así repartir los agentes entre el resto de campos, pues puestos en una grada a inmolarse, de un tirón se cargan un ciento y el pánico hace el resto.  Es mi deseo que nada ocurra en ninguno de los campos o en cualquier otr

CROAT, CUATERNO, DUPLO O ROCABERTINS.

- Artur, a ver que te diga. ¿Cuándo me vas a enseñar las nuevas monedas de la República? - Montserreta querida, ya te he dicho que cuando estemos por castilla no me llames Artur. Nos miran raro, y desde que somos independientes más todavía. Por cierto, pronto, ya tenemos acuñadas casi todas las monedas para ingresar en Europa, «La nueva estrella de Europa» - Arturo, cómo te pones. Y ¿cómo son las monedas? Recuerda que mi padre es Numismático y de eso sabe mucho, y siempre nos está recordando sus historias, que si el Croat, el Cuaterno, el Duplo, los Rocabertins, ah, y la misma historia de siempre, que si a la Peseta el nombre se lo dimos los catalanes. - Tienes razón, pero tenemos que dar pie a Europa para que estén a nuestra altura, así que hemos acuñado monedas de Euro en Catalán conmemorando  el 75 º aniversario del fusilamiento de Companys, los 750 años del nacimiento de Ramón Muntaner, los 700 de la muerte de Ramón Llull, los 300 de la muerte del general Moragues, e

CAINES

Una vez más, otra de tantas. Una vez más nos ha salido el Caín que llevamos dentro, metámonos todos y se salve el que pueda, incluso los que no se quieran meter, los  «yo no fui», que hay a puñados. Llevamos toda una vida emulando al gran Caín,  cargando nuestras culpas sobre el otro, el «él empezó primero», para esconder nuestras carencias de respeto de las libertades del resto de personas que nos rodean. Es igual de lo que se trate, «porque era mía», «por infiel (me da igual desde que Dios se diga)», por un  « mi tierra», «porque me mataste veinte». No existe mucha diferencia entre ellas, desde el primero que cae en  adelante todo lleva el mismo sello, la muerte de inocentes. No hay Dioses justicieros, ni vengativos. No hay Dios que quiera muertos en su nombre (ni el mío, ni el suyo), sólo Caines, adoradores de la muerte, que arrastran al resto de la humanidad  a su propia destrucción. Da igual que ahora los llámenos Integristas,  Adolfo, Iósif Vissariónovich, Cruzados, Inquisito

¡VIVO!

Me duele tu ausencia,  cuando marchas, me dueles. Me ciego sin tu rostro, sin tus verdes, me ciego. Me ahogo sin tu aliento, sin tu aroma, me ahogo. Sucumbo en los rincones, sin tu risa, sucumbo. Pero vivo por tu amor, Amor, ¡Vivo!

PEQUEÑAS CASILLAS

Que pequeñas resultan nuestras casillas y cuánto nos vanagloriamos de ellas. Nos giramos, e iracundos clamamos  al cielo para que se nos equipare al Santo Job. Estrecha es nuestra paciencia. Nos menoscaba la primera gota que se precipita al vacío olvidando que tras ella viene otro infinito mundo. Una gota, una chispa en un bidón de gasolina que nos hace explotar, que nos vuelve violentos, y el desastre se alía con la nada a fin de llegar a ninguna parte por más que nos expliquemos a gritos. Pasa la tormenta gracias a esa infinita paciencia que va precedida de un portazo. Se enfría la furia paciente al compás de la vergüenza,  la honda pena, el pesar de no haber comprendido la degeneración humana, por no haber querido un poco más,  y el «por qué no me habré...» una vez más. Y tú ya no estás, has regresado al mundo de la inconsciencia involuntaria. La tormenta, y después la niebla que te trae y te lleva a un desván de recuerdos actuales, pasados, antiguos, ambiguos, que te regresa a l

EL DESTIERRO ( y X )

A pesar de su innata incredulidad, el trayecto a casa fue rápido. Coche oficial hasta la propia puerta. Una hora de trayecto. Como pudo, salió, se incorporó, llegó hasta el portal, y subió en ascensor hasta casa. Prefirió usar la llave antes que el timbre. Por suerte para él, todos sus males se le pasaron al abrigo de su chica, la de los ojos verdes. Pudieron contar claramente 150 impactos por los moratones que tenía marcados, fisuras de costillas varias, dos brechas en la cabeza, varios huesos de las manos rotos, y el orgullo machacado. Pero vivo, o casi vivo. Fue una suerte que su vecina la veterinaria estuviera en casa. Colocó e inmovilizó los huesos, fisuras, y cosió las brechas con hilo gordo pues no se estaba para finuras. Después, un chocolate caliente, lo de la ducha podía esperar, y a la cama, sin pis, no sea  que la orina revelara que algo estaba roto por dentro. Prefirió no moverse en cinco días. Por suerte estaba jubilado y para sus escritos del libelo asambleario ten

LA ORILLA DE LA MAR.

Grandes surcos, cañones encajados que tallan su rostro. Profundas aristas, el equipaje de su vida que se embarcan en un viaje de no volver.  Al otro lado, nadie que le reciba, nadie que mitigue el dolor del adiós. Por el camino, la espesura del miedo, la negrura de la mar, el profundo abismo, una fosa común, sin fin, que engulle tantos equipajes cargados de sueños. Un horizonte lejano sin banderas que clavar, ni territorios por conquistar. Ya no quedan horizontes de grandeza, sólo el anhelo de alcanzar otras espumas de mar, del mismo mar, la otra orilla. Una mentira y la ruleta de la fortuna, el premio especial que pasa cada cierto tiempo pero que es el anhelo suyo, y de todos allí apiñados entorno a la borda del cascarón de nuez que les sustenta. Libertad. Gira y gira, y la nuez a la deriva. Llegar a aquellas espumas, las del mismo mar, las de la otra orilla. Duerman en paz todas las libertades que giraron y giraron contra la rueda y no encontraron las espumas de este mar, el m

EL DESTIERRO (IX)

Un minuto, un minuto de incesante lluvia de cantos rodados, o con sus caras perfectamente aristadas, de mil tamaños y colores. Un minuto de lapidación y enterramiento. Imposible contar todos los proyectiles que incidieron sobre su cuerpo hasta que en la pantalla apareció su ficha, su identidad. Un minuto en los que pudo observar claramente que no había causa contra Dani, no, un minuto en los que pudo ver cómo CGR disfrutaba de no iniciar una causa contra su chica, y le daba la absolución en última revisión Judicial. Antes de aparecer la imagen de su credencial, CGR se acercó rápidamente hacia el micrófono de la Plaza y voz en grito atacó a las masas, enfervorizadas previamente por él. - «Detengan inmediatamente esta barbarie, que todos los agentes acudan  a socorrer al reo. Se está produciendo un gravísimo atentado a la libertad del individuo. Quién ha juzgado a esta persona para que sea atacada así. No quedará ninguno de los asistentes exento de juicio» Justo con las últimas pa