Un minuto, un minuto de incesante lluvia
de cantos rodados, o con sus caras perfectamente aristadas, de mil tamaños y
colores. Un minuto de lapidación y enterramiento. Imposible contar todos los
proyectiles que incidieron sobre su cuerpo hasta que en la pantalla apareció su
ficha, su identidad. Un minuto en los que pudo observar claramente que no había
causa contra Dani, no, un minuto en los que pudo ver cómo CGR disfrutaba de no
iniciar una causa contra su chica, y le daba la absolución en última revisión
Judicial.
Antes de aparecer la imagen de su
credencial, CGR se acercó rápidamente hacia el micrófono de la Plaza y voz en
grito atacó a las masas, enfervorizadas previamente por él. - «Detengan
inmediatamente esta barbarie, que todos los agentes acudan a socorrer al
reo. Se está produciendo un gravísimo atentado a la libertad del individuo.
Quién ha juzgado a esta persona para que sea atacada así. No quedará ninguno de
los asistentes exento de juicio»
Justo con las últimas palabras cesó el
lanzamiento de proyectiles. Cuando los oficiales se acercaron no tuvieron el
más mínimo miramiento, no comprobaron el estado y alcance de las lesiones,
simplemente lo colocaron en pié y lo aproximaron al estrado junto a CGR.
- «Este ciudadano, ha asistido hoy
aquí para que le sea conmutada su pena. Este ciudadano, es un Asambleario Libre
de toda culpa. Este ciudadano no es culpable del cargo que estamos examinando.
Ustedes se han tomado la justicia sin haberse producido un juicio, no han
examinado, no han comprobado. Toda esta concurrencia estará sometida a
investigación y será penalizada convenientemente. Ahora me toca en nombre de la
Asamblea solicitar a este ciudadano que nos disculpe del trato dado, y le
expreso mi vergüenza ante la barbarie que aquí se ha cometido. Agente Lorelei,
acompañen al ciudadano Daniel a los servicios médicos para que vean el alcance
de las heridas»
La amabilidad de la agente duró hasta que
las puertas de entrada a la Judicatura Asamblearia se cerraron tras de sí. No
había médico, ni servicios sanitarios. Tal cual, fue llevado al despacho de
CGR. No tardó mucho en volverse a encontrar con su captor, eso sí, primero
escuchó al «Lord» dictar las pertinentes órdenes a todo su comidilla de
agentes. «Ha sido un éxito, tendremos a toda esta mansedumbre despreciable a
nuestros pies durante años. Quiero el nombre de todos y cada uno de ellos,
incluir a los cachorros, de vez en cuando hay que recordarles que la Asamblea
está por encima de todo. Agente Lorelei, asegúrese que se retiran todas las
provisiones previstas para alimentar a esta pandilla de desahuciados de
la vida, y ante el mínimo conato de resistencia, arranqueles la nuez de cuajo
- No me lo tomes a mal, Daniel, has estado
fabuloso. Ves, te dije que ibas a quedar exonerado de culpa, y lo he cumplido.
Lo que ha sido una lástima es que ha sido un poco más tarde de lo que
tenía previsto, pero da igual, al final el objetivo se ha cumplido. Lamento
informarte que los servicios médicos han tenido que salir por un caso urgente,
así que no te podrán ver, aunque te veo recuperado y fuerte, cómo se nota que
tus carreras te mantienen en forma. En fin, en unos minutos te traerán tu
cédula de ciudadano asambleario con libertad de movimiento por todo el
territorio.
Con muchas dificultades para respirar,
pero con un gran anhelo, le miró fijamente a los ojos y le susurro,
- Carlos, eres el mayor hijo de puta que
he conocido jamás, pero eso ya lo sabías, desde que tus padres eran novios. Si
llego a saber esto, antes vengo. Ha sido un verdadero placer poder ayudarte. No
te preocupes por los médicos, mientras no escupa sangre vamos bien, supongo que
con una ducha rápida y una taza de chocolate caliente me encontraré mucho
mejor. Lo peor será la vuelta a casa con toda esta sangre, quizá el conductor
del autobús ponga pegas. No sabes lo agradecido que estoy de haberme encontrado
contigo hoy -
La puerta del despacho se abrió en ese
mismo instante. La agente Lorelei, entró con un sobre en la mano que depositó
en las de CGR. Tras ella, al otro lado de la puerta, acompañado de dos agentes vio
pasar a Javier. Sus miradas se cruzaron al paso y antes de cerrarse la puerta
pudo oír nítidamente como decía, «te lo juro, no sabía que iba contra tí»
- Este
Javier nunca cambiará. Una pena que su hijo se junte con personas de muy mala
reputación. No me ha quedado más remedio que salvarle el culo, pero claro en
atención a los muchos años que hace que conozco a su padre. Mira, aquí tienes,
tu absolución. Tengo el mejor equipo, y la oficial Lorelei es mi mano derecha,
mi «alter ego» diría yo. Por cierto, no te preocupes por el transporte a casa,
he dispuesto que te acerquen. Considéralo un pequeño regalo de despedida por
los servicios prestados
- No
sé cómo agradecerte tus desvelos, sino fuera por estar hecho una calamidad te
daba de abrazos. Y aunque pueda parecer descortés, no me lo tomes a mal, si
está listo el transporte, ¿me puedo ir? No es por la compañía, ya sabes que me
encantaría quedarme, y si es necesario hasta vuelvo a salir a la Plaza, pero
seguro que mi chica se ha quedado un poquito preocupada, y me gustaría…
- Por supuesto. Agente Lorelei, acompañe
al ciudadano Daniel hasta el vehículo que le llevará a casa. Tigre, me ha dado
un gusto enorme el verte de nuevo, es una lástima que vaya a tener un montón de
trabajo y me vaya a ser imposible volverte a ver. Prométeme que no te vas
a meter en líos, ya sabes que la Asamblea tarde o temprano hace justicia,
y las ofensas se pagan.
La agente hizo el ademán de conformidad, y
alargó la mano para ayudar al recién estrenado «ciudadano libre» a
incorporarse.
- Muchas
gracias. Hoy con tanta amabilidad me voy a sentir abrumado, como si me hubiera
caído desde lo alto de un precipicio a una cantera. No sé cómo pagarlo. Bueno,
cuando se me ocurra, os lo cuento. Una cosa más sólo, si no le importa a la
agente Lorelei, me deja unos segundos con Carlos, seré breve, y aunque tarde un
poco, ahora le alcanzo.
- No
hay ningún problema, esperará un momento fuera. Qué es eso que…
- Nada, tranquilo, - se aproximó todo lo
que pudo a su oreja, y le susurró - Ten cuidado con las prietas carnes de la
agente y las miradas a su culo. Algún día esta moza se sentará en tu
silla, y tú estarás enterrado por error bajo la cantera.
CGR empezó a reírse. Abrió la puerta del
despacho, y le obsequió con dos palmadas en la espalda que le hicieron doblar
las rodillas. «Tranquilo Tigre, no le he enseñado todos los trucos, así que no
hay peligro»
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