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Mostrando entradas de febrero, 2017

JUZPIDO

Es el amor un incerto. Te da cobijo, o es infierno. Puedes perder los vientos ganar el cielo, incluso acabar preso. Que mejor condena el día de San Valentín que una multa para ella, y seis años a Urdangarín. El amor lo es todo. Meto la mano, mano de enamorado y yo Cupido, te perdono. Castro magistrado, el tribunal ha dictado. Iñaki el primitivo es el conflictivo. ¿Y la duquesa?, la boba enamorada a quién su marido pérfido se la encajaba doblada. Pasó San Valentín, una flecha en el jardín. Menudo regalo Duquesa, para usted, y Urdangarín.

LA CHURRERA DE ADELINA ( y IV)

El "Beile" De vuelta, ya en el baile, un codazo de advertencia por parte de su amigo Luis. "Ojo con quién te lías. Recuerda que estos son muy burros, por descontado, alma cándida, recuerda que no existen los gamusinos, y no te ofrezcas voluntario para nada que te propongan" Aquello sólo se lo podía permitir a Luis, pues era cierto. La última vez que estuvieron, tuvo que ir a recogerlo a cuarenta kilómetros pues se les había ocurrido prepararse a las cinco de la mañana una tortilla con setas especiales, "las Madrugadus nacientis", que sólo se pueden coger antes del alba, y como no, el voluntario fue pasto de la broma de los lugareños al ser abandonado tras una magnífica representación de la técnica de corte del pie de la efímera seta, en medio de la nada. "Tranquilo, ya me he dado cuenta que están urdiendo algo como el año pasado, pero esta vez intentaré no ser tan incauto" dijo en voz alta, más para auto convencerse de no volver a ser el &q

LA CHURRERA DE ADELINA (III)

La batida.  Una vez que ojeadores y cazadores estaban en posición, un tiro y una cencerrada inicial, daban comienzo al espectáculo. Visto desde fuera, daría la impresión que aquello era la representación de una batalla entre un ejército bien pertrechado y otro de pobres infelices, que sin otro elemento de defensa más que un palo y un cencerro intentaban resolver sus diferencias, cobrar un territorio, o defender a las mujeres del pueblo de ser secuestradas, emulando la historia del rapto de las Sabinas, con la excepción de que estas estaban en el Soto a brazo partido, departiendo el almuerzo antes de la  llegada de los mozos. Avanzaban las huestes cada uno por su parte haciendo lo que les correspondía, y brincaban los animalillos felices y contentos al ver tanta expresión de júbilo en el coto. Una vez más, el maligno animal no hizo acto de presencia, pero ni su espectro, así que la batida quedó con una espina clavada, y se emplazaron para la semana siguiente a ver si conseguía

SOBERBIA.

"Puede que sea un necio, y que imagine el desprecio. ¿Qué será aquello que he hecho? Busco y rebusco en mi pecho, más no doy nunca con ello". Luego piensas. "¿Será vanidad mía? ¿En tan alto lugar me tiene mi estima?" Miras, y lo haces por encima. Tus defectos ignoras. No te buscas, ni exploras. Haces un pasimisí, te mientes, y te convences con frases grandilocuentes. "Yo no he sido, en todo he cumplido. No hay sombra de duda, estoy convencido" Te vuelves a sentir orondo. Cerebro plano, perfil ínfimo. ¿Para qué rebuscar? No hace falta, es lo mismo.

ALMA VENCIDA

Suspiro de tiempo que todo quiebra. Yacen rosas al pié del alma. Pétalos marchitos. Se sume la vida en páramos oscuros, silencios tenebrosos, preguntas sin respuestas. No hay luceros. No emerge de la sombra, claridad, esperanza, vida. Ataúd mudo que se abandona. No hay lugar para la lucha. Alma vencida.

LA CHURRERA DE ADELINA (II)

La cencerrada. El noble arte del ojeador consistía en avanzar desde el lado opuesto de la partida, cencerro en mano, despertando a todo bicho viviente, bueno concretamente infartando a todo bicho viviente que estuviera tranquilamente dormido en sus nidos. Tamaña gentileza matutina, provocaba como es natural en los habitantes del coto, una irrefrenable necesidad de practicar el vueling o el running por patas, lo que la partida recibía con gran júbilo a base de fuegos pirotécnicos. Otra de las habilidades del ojeador consistía en ser capaz de llevar el adminículo sonoro con porte y elegancia. Como no podía ser de otra forma, el cencerro no podía ser una campanilla al uso del sacristán en la procesión del pueblo, no. El cencerro debía de tener unas dimensiones mínimas estandarizadas de no menos de 50 cm, que gozaba de un magnífico correaje, como si del arnés de un caballo de tiro se estuviera hablando, confeccionado con un aterciopelado esparto, resistente y duradero. Era evidente

¡DE CHARLA CON EL UNIVERSO!

Sangra por el costado nuestro Universo. Llora desconsolado, "eres ruin y perverso". Te di vida. Los demás están yermos. Eres azul, verde lima. Siempre, mi ojo derecho. De maldad te rodeas. Desde que Adán apareciera, te envuelves en su avaricia, que eternamente se itera. Dejas que te venzan, que destruyan tu belleza. Te creé el más hermoso y sucumbes en su pozo. Eres fuerte, poderoso. Te dí un corazón de hierro No te condenes, no pierdas la hermosura del cielo. Si no te aprecian, desprecia. No será la única vez que levantas los pies y los colocas en tu cabeza. Y si queda alguno ten por seguro, que no sé si serán más listos, pero si más respetuosos. Me desangro, lloro. No te destruiré yo, lo harás tú sólo.