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Mostrando entradas de mayo, 2015

LA APOPLEJIA

Era consciente, había días en los que no salía nada a derechas. Días en los que no había noticia que no le abofetease, pero días sueltos, y él tan fresco. Las frases que llevaba tatuada entre sus lóbulos cerebrales no dejaban que le afectase. «No hay mal que por bien no venga» «Si no tiene solución por qué lloras» «Esto no es lo de Cuba» «Más perdieron Simba y Bambi, y salieron adelante» y la que más le gustaba «Las rodillas se habrán destrozado, pero ya se irán  curando por el camino. Vamos, arriba de nuevo» Lo de esa mañana no era lo habitual en lo que a reveses se refiere. No olia a carta de despido, ni multa de tráfico-hacienda o similar, ni telegrama de difunto, ni recibo inesperado en su maltrecha y estrecha cuenta bancaria. Un sobre en blanco, y sólo  su nombre, como un oasis en medio de un desierto. Se tomó su tiempo, le dio varias vueltas, como para ver si en alguna de ellas, por arte de magia, aparecía algo más escrito que su filiación completa. Nada, ni una pista. Finalm

NADEZHDA

-  ¡Dobroye utro prints!. Susurrado al oído y con el aroma intenso de una taza de café, se despertaba cada mañana. Y tras la taza, unas manos perfectamente arregladas que se prolongaban en unos delicados brazos de blanca tez desnuda, como desnudo estaba el cuerpo que empezaba a dejar de estar borroso una vez que su vista se acomodaba a la realidad. - ¡Spasibo, i dobroye utro moya koroleva!. Por suerte para él la conversación seguiría en español pues, con excepción de tres frases más, desconocía el ruso a la perfección. Tras el primer sorbo, levantaba la vista de la taza y se aseguraba que ella seguía allí, a su lado. Le gustaba contemplar su hermosa desnudez durante ese espacio de tiempo para que la tortura de levantarse fuera más llevadera. Le apasionaba mantener ese recuerdo durante el día, pues sería lo más agradable que vería en su turno de 10 horas como controlador de plagas en la red del alcantarillado. Ya no necesitaba del calendario Pirelli, ni las Playboy, ni

EL TESTIGO

Se sentía como Dorian Gray, eterno, y testigo de la historia desde la segunda mitad del siglo XVII, con una posición ventajosa sobre los demás. El tiempo no había conseguido hacer mella en él, pues fue tallado, bruñido y decorado para ser presentado ante la corte como el mejor. Nadie se le ponía de frente y le aguantaba la mirada, escondía su pena, sus temores, o sus vergüenzas, no, ante el no. Era indiferente a la oscuridad, pues el más mínimo rayo lo hacía visible al resto, y la luz le hacía protagonista absoluto. Todo el que pasaba a su lado, por muchas veces que lo hiciera, se giraba ante él y daba igual rango o posición social. Nunca olvidaba esa primera vez en la que se cruzaban la mirada, ni las afrentas de los impertinentes niños que con el menor de los respetos le sacaban la lengua y se mofaban escondidos tras las faldas de sus madres. Sonreía socarrón, y como apostado en su puerta  esperaba el paso de los años, pues con el tiempo volverían a él y le rendirían pleitesía, se

LO QUE ERES DE MI

La recuerdo como un cervatillo desbocado, arriba, abajo, saltando, ahora me agacho, finto, todos los movimientos en uno, sin calma ni reposo.  De ayer o mucho mas, un segundo atrás, dos antes o tres después, regresa, da la vuelta, un no parar, ¡coño, estate quieta! ¡Deja de revolotear, descansa,  mañana más!  Ahora la busco, voy  y vengo, arriba y abajo, me giro, me canso. Me siento y reposo para volver a intentarlo. Me da rabia, mucha rabia, por qué no estás. Sé que la vi, vino a verme, poco tiempo eso sí, pero vino. Su presencia se ha ido distanciando en el tiempo y cada vez es más efímera, te pierdo, te alejas. Cuando viene ya no me despido de ella, me da miedo que sea  para siempre. Si hoy te encuentro te agarrare fuerte de la mano. Yo me quedaré aquí en silencio hasta que llegues y lo llenes todo de nuevo. Volvamos a ponerlo todo patas arriba, ayer, hoy, antes de ayer, da igual, prefiero eso que por tu ausencia dejar de ser. Si la veis  decirle que estoy aquí, se llama memoria,

EL JUGUETERO

Llegamos tarde. Por más medios que intentamos poner, no fue suficiente. Ahí estaba sentada. La luz asomaba por el ventanal. Ella silente, su piel tersa, cérea, compuesta con un vestido de flores, un lazo rosa, carmín en sus labios, y sus profundos ojos abiertos con una oquedad tan inmensa que sobrecoge. No había mueca alguna en sus encarnados labios ni el más mínimo atisbo de pena, alegría, dolor, temor, odio, nada, simplemente reposaba uno sobre otro en calma. Parecía la anfitriona del gran salón de juego de su casa de muñecas que con tanto orgullo exhibía a sus invitados. Llegamos tarde, y aquella maldita noche a las puertas del juzgado esperando que llegara la orden de actuación duró una eternidad. De qué sirvieron las escuchas, las pruebas que apuntaban a aquel desenlace. De qué sirvieron los múltiples avisos, «eres mía y no saldrás de mi vida nunca, antes, te mato» Cuando llegamos, estaba todo consumado, la sedó, colocó una vía en sus brazos y dejó que ese le fuera la vida p