Era consciente, había días en los que no salía nada a derechas. Días en los
que no había noticia que no le abofetease, pero días sueltos, y él tan fresco.
Las frases que llevaba tatuada entre sus lóbulos cerebrales no dejaban que le
afectase. «No hay mal que por bien no venga» «Si no tiene solución por qué
lloras» «Esto no es lo de Cuba» «Más perdieron Simba y Bambi, y salieron
adelante» y la que más le gustaba «Las rodillas se habrán destrozado, pero ya
se irán curando por el camino. Vamos, arriba de nuevo»
Lo de esa mañana no era lo habitual en lo que a reveses se refiere. No olia
a carta de despido, ni multa de tráfico-hacienda o similar, ni telegrama de
difunto, ni recibo inesperado en su maltrecha y estrecha cuenta bancaria. Un
sobre en blanco, y sólo su nombre, como un oasis en medio de un desierto.
Se tomó su tiempo, le dio varias vueltas, como para ver si en alguna de ellas,
por arte de magia, aparecía algo más escrito que su filiación completa. Nada,
ni una pista. Finalmente, sus lóbulos salieron en su defensa y un «al coño»
rasgó el sobre.
Una sola hoja, DIN A4 21,0x29,7 cm. Membrete de Administrador de Fincas,
fecha, Destinatario y encabezado, «ACTA RESUMEN REUNIÓN EXTRAORDINARIA
COMUNIDAD DE PROPIETARIOS» La madre que los parió, seguro otra derrama. De un
vistazo fue a buscar el importe asignado, pero no vio el pecunio reflejado en
lado alguno. Una segunda pasada le hizo detenerse en mitad del texto. ¿Qué
hacía su nombre en mayúsculas y negrita en ese documento? No recordaba haber
dicho nada en esa reunión, es más, no estuvo, delegó en un vecino, como
siempre. Volvieron sus ojos sobre lo leído y lentamente empezó a abrir la boca
mientras intentaba no hiperventilar. «...por lo que por decisión unánime de los
asistentes, así como con los votos por delegación, se acuerda nombrar a
D. (esto no lo podía leer, ni dar crédito) Presidente de la Comunidad para los
próximos dos años...»
La carta cayó al suelo lentamente como hoja en otoño. Todos a su alrededor
se abalanzaron para sujetarle pues se desplomaba sin remisión, lívido e inerme.
Aquello no había lóbulo frontal, parietal u occipital que pudiera superarlo.
Apoplejía lo llamaron. A raíz de aquello hubo que hacer la Junta Extraordinaria
de la Extraordinaria, pues su mujer se negó en redondo a asumir el cargo, ya
tenía bastante con lo que le habían organizado los vecinos. Contentos podían
estar por no pedirles daños y perjuicios.
Han pasado ya ocho meses, y lo va
superando, sin embargo es fácil adivinar lo que le barrunta por la cabeza cuando
al pasar se le ve sentado en el sillón con la mirada desparramada por los
suelos.
Comentarios
Publicar un comentario