Allí se postró, entre ambas tumbas. Reinaba el silencio sordo del camposanto. El trémulo suspiro de difuntos. No corría la brisa, ni cantaba la paraulata en este amanecer. Contemplaba los nombres, en sus lapidas, de dos hombres cabales muertos por una cuita entre ellos, y dicen que por ella. Dos palos de hombres que se gallearon hasta morir, uno a manos del otro.
Si alguien supo en realidad qué los llevó hasta ahí, lo desconocía, sólo sabia que por culpa de un baile y de aquellas muertes, ella andaba de boca en boca de todo aquel que paraba sus orejas a escuchar el cuento, y como no, para luego distorsionar la historia una "miajita" más.
Alguno recitaba cual juglar la coplilla, en la esquina del Abasto, Barbería, o a la sombra de la fuente cuando iban las muchachas con sus cántaros a por agua.
Nunca importo quien fue, nadie salió en su defensa. Su nombre fue arrastrado como en pelea de comadres. Quedó en ella el estigma del mapurite del que todos huyen.
¡Salta perico, que viene!
Contuvo sus lágrimas al borde del precipicio, pues aquellas tumbas no merecían tanto honor de su parte.
¡Salta perico, que viene!
Contuvo sus lágrimas al borde del precipicio, pues aquellas tumbas no merecían tanto honor de su parte.
"Justo Brito y Juan Tabare,
hombres de vera y peinilla
como no pare otra madre,
por una vieja rencilla,
en el lugar que se vieran
la muerte juraron darse"
¿Por qué? Ella nunca les prometió el cielo, ni nada terrenal, y mucho menos el pecado original. Pero la historia los contempla como dos guaicaipuros en busca del Guapotori, y a ella, como la reina del Lupanar.
Nadie supo de Paulina Colmenares, se esfumo, sólo quedó la copla y su nombre tallado en la corteza del árbol que sombrea día y noche la tumba de los dos "cabales"...
Justo Brito y Juan Tabares
dos hombres requete arrechos,
con cara de coñoemadres.
Que por un vieja arrechera,
en el sitio en que se vieran,
coñazos juraron darse.
Dicen que el primer mierdero
lo formaron en un baile
cuando estaba Justo Brito
con Paulina Colmenares
bailando un zumba que zumba
de esos que envenenan la sangre.
¡¡¡Dame una paloma Justo!!!
¡¡¡Deme una paloma vale!!!
Le gritó desde la puerta
el jodido Juan Tabares.
Más Brito con la arrechera
que le dió la "fiebrel" baile
volviendose derrepente
le peló un "güevo" en el aíre.
- "Ten en cuenta Justo Brito
coñísimo de tu madre,
la vaina que tu me has hecho
no se la perdono a nadie.
Yo te enseñaré carajo,
como se ofende a un Tabare"
Y pasó el tiempo que jode
desde la noche de aquel baile,
la rabia entre dos arrechos
es difícil que se acabe.
En un claro de sabana
con el sol color de miel
se encontraron frente a frente
Justo Brito y Juan Tabare.
No se dijeron un coño
ni se mentaron la madre,
pero cuenta la leyenda
que quedó mierda con sangre.
Ahora dicen los que pasan
por el sitio de aquel lance
que fue por un pelo de la "nuca"
de la Paulina Colmenares.
Que allí se volvieron mierda
Justo Brito y Juan Tabares,
dos hombres requete arrechos
con cara de coñoemadres.
Gracias por publicar este poema arrecho. Me gusta por lo directo y ser de pueblo.
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