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DIARIO DEL ESTUDIANTE DE SEPTIEMBRE. Decimocuarto día.


La noche ha sido larga, y productiva casi al completo. He tenido momentos de flaqueza que he superado gracias a la ayuda de Carlos, que me ha acompañado con el Skype durante un rato. Noto cierta taquicardia, pero no me extrañan, los tres termos de café han caído sin darme cuenta. He re-estructurado los temas de Historia. Seis de los doce me los sé perfectamente. Tres van con alfileres, pero con el próximo repaso, seguro que la cosa mejora, y los otros tres, hay que tener mala suerte para que caigan, aún así, los mirare por si acaso.

He desayunado. Toca Filosofía. Doce horas por delante con un "break" para comer.
Me encuentro bien. La taquicardia ha pasado.

Hora de cenar. Me he visto los temas pares de Filosofía al dedillo, los impares por encima. Luego haré el inverso. Esta noche no me pueden fallar mis termos, creo que preparare los cuatro.

Bien, son las doce de la noche. Los temas de Filosofía están vistos al completo. Empieza la contra-reloj. Mañana Lengua e Historia. Siete horas para repasar todos los contenidos.

Las tres de la mañana. Me ha costado verdaderos esfuerzos controlar el estudio. Dos termos de café, y no me he llegado a centrar del todo, pero es que su letra anda revoloteando por las vías altas de mis ventrículos y aurículas, machacando y recordando al Pagafantas. Antes de seguir, preparare un termo de emergencia.

Estoy despejado. Historia.

Las siete de la mañana. Ya no va mas. Estoy eufórico, lo llevo todo almacenado de alguna manera. Reconozco que parte de esta sensación espídica se lo debo al café. Una ducha, desayuno, y al ataque.

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