Efectivamente, ahí, en frente suya, con
los brazos extendidos como padre que espera a que su hijo de sus primeros
pasos, estaba Carlos acompañado del oficial que tan amablemente le
había atendido a su llegada.
- Tigre, cuánto tiempo sin verte, estás
igual, parece que fue ayer la última vez que nos vimos. Me ha dado una alegría
enorme cuando me he enterado que estabas aquí.
Treinta años son unos cuantos, pero no voy
a ser yo quien le lleve la contraria, no por esto. El «Tigre» estaría casi
igual, pero en su caso no se podía decir lo mismo. Se había puesto como un buda
y la frente despejada había colonizado toda la superficie craneal, con
excepción de algunos flecos tipo «Gollum» que le adornaban.
- ¿Carlos? Bueno, perdón, a juzgar por el
traje que llevas, tendré que darte un tratamiento como te mereces. Ciudadano Judicial
Asambleario Carlos, me alegro de verle, ¿cómo se encuentra?, El tiempo no ha
logrado hacerle mella, solo estragos.
- Veo que sigues siendo un astifino de
cuidado. Pero ven, entra a mi despacho y hablemos con más tranquilidad, con
todos estos estómagos agradecidos no hay quien se aclare.
- Hay costumbres difíciles de quitar, pero
sólo lo hago con alguien que es capaz de tener sentido del humor, como es tu
caso.
Sabía que no debía de haberse dejado
llevar de esa forma, porque por muy conocido que le fuera Carlos, el estatus
que tenía en la asamblea era para andarse con pies de plomo. Además, cómo un
hombre con su pasado, empresario del mundo de la corrupción, bueno,
construcción, que no miraba el color del dinero y su procedencia, íntimamente
ligado a algún partido político, ya eliminado del recuerdo histórico, ha
llegado a ser un miembro notable en la asamblea. Estaba claro que contaba con
buenos contactos, o había sabido medrar tapando sus miserias pasadas.
Sobre la mesa, un cartel de Intendente
Judicial Asambleario, su colección de plumas estilográficas y tinteros, por
descontado un cerro de carpetas de expedientes apiladas, y en el centro de la
mesa una carpeta con el nombre tapado por una cuartilla en blanco.
- Bueno, siéntate. No te pregunto qué te
trae por aquí, pues tengo tu expediente. ¿Cómo se te ocurrió?
- Verás, todo fue un malentendido.
- Déjate de historias. ¿Un
"sacapuntas" como tú? Me creo lo del video a pies juntilla. Te ha salvado
la verborrea que tienes y lo penoso de la grabación.
- No estaría penando de esta manera si la
rubia hubiese hecho un vídeo como debe ser. Llevo justificando casi tres años
ese comentario grabado, y si quieres sinceridad, que hoy haya tribunal asambleario
popular me tiene muy preocupado, pues ya sabes que ante ellos el veredicto más
seguro es una lapidación.
- Tú lo tienes fácil. Verás, me han pasado
tu expediente y no voy a arremeter contra ti. Además has cumplido con el
castigo interpuesto por la asamblea. Cuando se presente tu caso pediré que se
haga un sobreseimiento por clara re-conversión educacional. De todas formas sigo
sin entender cómo públicamente pronunciaste las siglas de la Asamblea.
- Gracias por eso que me acabas de decir,
que se cierre el expediente es... Bueno, sería estupendo. Pero, creo que
deberías estar convencido, y no lo veo. Lo emitido en el video no es de lo que
estaba hablando, ya lo he contado mil veces, y si es necesario hacerlo, lo haré
mil veces más. Y sé que consta en el expediente. Carlos, ¿qué pretende la
Asamblea de mi? Sigo sin entender que se convierta mi revisión en un juicio
sumarísimo.
- Ya te he dicho que no tienes que
preocuparte. Vamos a proceder a devolverles la condición de ciudadano a unas
cuantas personas que se han re-educado, y nada más. Reconozco que hay algunos
casos que tienen muy fácil para llevarse puesta una cantera a su casa, pero ya
sabes que cualquier delito tiene su pena.
- Vale. Está bien. Perdona mi pesadez,
pero es que con todos mis respetos, esta forma de juicios será justa, pero la
ejecución de las sentencias no me parecen muy exquisitas.
- La voluntad del pueblo. Por cierto, se
nos ha ido el tiempo y van a comenzar los juicios. Debemos despedirnos por
ahora. Espero verte cuando finalice todo.
- Bueno, ya sabes que sigo viviendo en la
periferia, y me gusta llegar a casa para comer con mi chica, una costumbre que
siempre admire de ti. Fuera la hora que fuera siempre te ibas a tu casa a
comer. Por cierto ¿Rosa bien?
- Si. Lleva una sección de información y
orientación del ciudadano, pero hace tiempo que coincidimos poco. Atender los
asuntos de la Asamblea lleva mucho tiempo.
- Comprendo.
En ese momento y antes de girarme para
coger la puerta y marchar al juicio, vi como claramente deslizó la cuartilla
que había sobre la carpeta.
- Por cierto, tu mujer ¿Qué tal? ¿Cómo
habéis conseguido todos estos años que la Asamblea no haya reparado que ella
perteneciera a uno de esos partidos políticos corruptos antiguos que llevaron a
la ruina moral de este País, ahora prospera Asamblea, afortunadamente?
Sabía que tenía un as en la manga.
Grandísimo hijo de cabra parida por un cerdo.
- Eres
bueno Carlos. ¿Qué quieres saber? ¿Estás buscando corrupción dentro de la
Asamblea? No te tengo que recordar que toda la familia después de mi incidente
fue examinada. Que el caso de mi chica, no existió, pues según lo dispuesto en
el Código Ontológico Ñurdo Oclócrata, artículo décimo octavo, apartado cuarto,
«Toda persona que haya tenido vinculaciones políticas en antiguos partidos
corruptos, pero que hayan abandonado su afiliación, quedarán exonerados de
cualquier tipo de juicio, en el buen entender que tal acto supone la
reprobación de tales partidos. Todos los ciudadanos inmersos en estas
circunstancias como acto de buena fe, pasarán a formar parte del partido de los
ciudadanos asamblearios...» etc, etc.
-«Jodio
Tigre», que bien te lo sabes.
- Es
deber de todo ciudadano conocer las leyes, Carlos
- Efectivamente.
Bueno, me alegro de haberte visto. Olvida lo que te he dicho, es cierto que
pasados todos estos años, si tras tu caso no han arremetido contra ella, será
que yo tampoco debo hacerlo.
- Carlos, ha sido muy provechoso este rato
de conversación.
Y tras el saludo, dejó a su espalda el
despacho con la puerta bien cerrada con la esperanza de que no pudiese salir
por lo que le quedara de existencia. Caminaba por el pasillo con la sensación
de que se quedaba todo demasiado abierto. Carlos, la insistencia en el video, y
ahora, la coacción velada con los asuntos de su chica. No veía un panorama
alentador de cara al juicio.
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