Me enredé en lo profundo
de cada uno de tus latidos.
Me deje encadenar.
Me diste la llave para ser dueño de mi libertad,
y en cada pulso quedaba más y más prendido.
Me dejé llevar,
me deje latir.
Me aferré,
eche raíces,
y todo se volvió uno.
Te devolví la llave,
y la lanzamos lejos.
No quería más libertad que la de latir al unísono.
Cor Unum.
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