Encarnado que palideces,
deseo de todos otrora
te difuminas, languideces.
¿Dónde quedó tu fulgor?
¿Qué se llevó tu frescura?
¿Cuándo empezó a marchitar,
encarnado, tu hermosura?
Te extingues, lento, ajeno,
ingrávido, en silencio.
Te arropas con un hilo,
hálito de vida.
Marchaste lejos, no volviste.
Arrumbaste todo tu ser
a cambio de una quimera,
una quimera inerte.
Te he encontrado vacío,
ya no te queda ni el hilo.
Encarnado expiras,
tañes tu último gong.
Sigo mi camino,
encarnado, Adiós.
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