- Hola, paseaba el dedo por encima de la pantalla del móvil y te he visto
- Ah, bien, ¿y?
- Pues que me he dicho, ¡anda mira, cuánto tiempo! Que foto más chula lleva
- Bueno, «chula» lo que es «chula», pues no. Una foto mía, de frente.
- Ya, quizá quise decir, realmente guapa, que se te ve espectacular.
- Estoy trabajando.
- Uy, perdón, no era mi intención molestar. Pero no me he podido resistir, lo siento. Tienes una de esas bellezas que llaman la atención, de las que no pasan desapercibidas.
- Gracias, muchas gracias.
- De nada. Un placer, no me queda otra que pedirte que salgas conmigo, por ejemplo ¿a cenar esta noche?
- Estoy trabajando.
- Ay, es verdad. Bueno, luego te llamo, y quedamos en la hora a la que te recojo.
- Como me vuelvas a llamar otra vez, duermes en el sofá.
- Cariño.
- Pesado, que ya llevas tres llamadas desde las nueve, y son y cuarto. No sé por qué te he dicho nada esta mañana.
- Iba a ser muy difícil que me lo ocultaras, nos levantamos a la misma hora.
- Te crees tú que nosotras no somos capaces de manteneros en la mayor de las ignorancias.
- Supongo.
- Pues venga, cuelga y me vienes a recoger a las seis y media.
- ¿Estarás bien?
- Como no cuelgues no, pesado. Pareces tú el primerizo. A ver, que estoy de tres semanas, y no a punto de las primeras contracciones. Ay Dios. Cuelga.
- Bueno, pero me llamas si hay alguna novedad.
- Voy a llamar a mi madre para que se venga a casa hasta que el que nazca tenga dieciocho años como no cuelgues.
- No, ya tendrá que venir, pero ya cuelgo. ¡Guapa, guapísima, te recojo luego! Ciao.
- ¡Qué cruz!
- Ah, bien, ¿y?
- Pues que me he dicho, ¡anda mira, cuánto tiempo! Que foto más chula lleva
- Bueno, «chula» lo que es «chula», pues no. Una foto mía, de frente.
- Ya, quizá quise decir, realmente guapa, que se te ve espectacular.
- Estoy trabajando.
- Uy, perdón, no era mi intención molestar. Pero no me he podido resistir, lo siento. Tienes una de esas bellezas que llaman la atención, de las que no pasan desapercibidas.
- Gracias, muchas gracias.
- De nada. Un placer, no me queda otra que pedirte que salgas conmigo, por ejemplo ¿a cenar esta noche?
- Estoy trabajando.
- Ay, es verdad. Bueno, luego te llamo, y quedamos en la hora a la que te recojo.
- Como me vuelvas a llamar otra vez, duermes en el sofá.
- Cariño.
- Pesado, que ya llevas tres llamadas desde las nueve, y son y cuarto. No sé por qué te he dicho nada esta mañana.
- Iba a ser muy difícil que me lo ocultaras, nos levantamos a la misma hora.
- Te crees tú que nosotras no somos capaces de manteneros en la mayor de las ignorancias.
- Supongo.
- Pues venga, cuelga y me vienes a recoger a las seis y media.
- ¿Estarás bien?
- Como no cuelgues no, pesado. Pareces tú el primerizo. A ver, que estoy de tres semanas, y no a punto de las primeras contracciones. Ay Dios. Cuelga.
- Bueno, pero me llamas si hay alguna novedad.
- Voy a llamar a mi madre para que se venga a casa hasta que el que nazca tenga dieciocho años como no cuelgues.
- No, ya tendrá que venir, pero ya cuelgo. ¡Guapa, guapísima, te recojo luego! Ciao.
- ¡Qué cruz!
Comentarios
Publicar un comentario