Me miraba con su cara más inocente. Una de esas que sabes que está aceptando la culpabilidad, al tiempo que lo niega todo. Los mofletes hinchados, a dos carrillos, y el cordel de atar los chorizos colgando de su boca como si fuera la hebra de hilo de coser a la espera de ser enhebrada.
- Pirri, te vas a poner malo un día y ya verás.
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