Me rondas día y noche,
en un continuo girar.
Quién hay que se resista
a este ronroneo tuyo,
y para colmo de la locura
más te arrimas, más me acunas.
Niña de la piel de nácar
no te hagas la cortés,
me rondas por Lorenzo,
él ilumina tu tez.
Sólo me queda el consuelo
algo por lo que sufre él.
Te tengo a tiro de brazo,
el baile es conmigo,
él desde lejos nos ve.
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