No me vengáis con lloros,
olvidad el consuelo.
En qué costado estabais,
cuando caminaba sólo
y ella era mi aferro.
Donde se anclaba mi alma,
donde yacían los sueños.
Dónde estaban las manos,
las del calor, las de compañía,
o simplemente las del silencio,
esas que cicatrizan por dentro.
No necesito compaña,
la suya sólo me basta.
A mí me quedan recuerdos,
sus caricias, sus besos.
No me vengáis con lloros,
olvidad el consuelo.
Que no os queden las lágrimas
como único recuerdo.
Comentarios
Publicar un comentario