- Doncella, bella flor,
qué lleva a vuestro ser
a ocultar a su señor
tan majestuoso cuerpo,
digno de una diosa
que en su altar reposa.
- Oh, mi amado, mi señor,
me aduláis sin recelo
¿Cómo decís eso
si ni un mechón de mi cabello
habéis conseguido ver?
- Será la espera.
Noche y día en quince años,
llevados con celibato.
Me he retorcido,
me he azotado,
pero he conseguido
llegarte casto.
- Ya es esperar, amado mío.
O sea, experiencia, ni pío.
Cómo pretendéis entonces
que mi cuerpo desarrope.
Enviudo de un tiro.
- No os preocupéis,
no temáis,
de memoria me sé
no temáis,
de memoria me sé
el relato de Don Juán
y Doña Inés.
- ¡Mira que bien!
Me tenéis abrumada
os veo muy ducho,
estoy tan asustada.
Si no conociera vuestro blasón
diría que sois un crápula y violador.
- Perdonad mi lascivia.
Me he dejado llevar.
Jamás osaría
vuestro altar profanar,
de forma violenta,
o con la crápula esa.
No os preocupéis,
veo en vos la debilidad
que tuvo frente a Eva, Adán.
Yo os cuidaré,
sanaré vuestros pecados
me mantendré casta y pura
hasta que se os sosiegue
la lascivia, ¡Marrano!
- Si es vuestro deseo
me flagelo.
- Siete veces
- ¿No os parecen muchas?.
Ni don Alberto
me ha penitenciado
tan severo.
- No habrá visto
su santidad
como os desbocáis
con el cuento de don Juan.
- Me voy, ahora vuelvo.
- Quedaros quieto,
y acurrucaos aquí.
No veis que si os marcháis
puede entrar en la jaula
pajarraco, cuervo o urraca,
que os robe el paño del arca.
Yo os contaré la parte
no escrita del Tenorio,
y si luego pensáis
que flagelo necesitáis,
no os preocupéis, tened sosiego,
aquí tengo yo, uno de cuero.
- Amada mía,
Diosa, Vestal, Divina,
Diosa, Vestal, Divina,
contadme esos versos,
inéditos al verbo.
- Dios, qué verborrea,
parece Lope quién lo dijera.
Que ternura, que belleza,
pero antes del teatro,
afloja de la talega
cinco reales para mi, y el cuarto,
que abonaréis al mendrugo
que os mira desde hace rato.
parece Lope quién lo dijera.
Que ternura, que belleza,
pero antes del teatro,
afloja de la talega
cinco reales para mi, y el cuarto,
que abonaréis al mendrugo
que os mira desde hace rato.
-Ah, perdonad.,
se me olvidaba
ese menester.
- Hay ver lo que hay que hacer,
para llevarse dos reales.
Todo esto me pasa,
por no hacer caso a mi madre.
por no hacer caso a mi madre.
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