Soledad que todo lo abarcas.
Con qué presteza te vuelcas en mí,
y con qué laxitud te vas.
Me vacías, me dejas sin hálito,
inermes mi mente,
la llenas de una inmensa oquedad.
No hay luz que me guíe,
sólo estás tú llenando el espacio.
Espero a tu tiempo,
tiempo en el que decides abandonarme,
lentamente, gota a gota.
Y comienzo a respirar,
aunque sigues ahí,
presta al acecho pues nunca abandonas,
por si soy feliz.
Al final, te vas.
Yo persevero,
un poco más roto.
Te llevas de todos un poco,
pero te vacías,
no eres aljibe,
esa es nuestra victoria
Lástima te tengo.
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