Ir al contenido principal

DICCIOLECHES, NO EXISTE PERO ME LA REFANFINFLA (esta sí)

¡Qué lindo mi diccionario!
De pequeño y aún, lo admiro,
tanto como a mis partituras,
que costaban muy caro,
pero eso puede ser de otro ripado

Como casi todos,
descubrí con asombro,
caca, pedo, tetas, coño,
carajo y una palabra rara,
repollo.

Después esto paso (gracias a Dios).
Descubrí que enriquecía
el latinajo que hablaba,
y gustábame de la elocuencia,
que aquello me daba.

Compañero de fatiga,
en hermosa mochila
pasó a la estantería
pues la espalda ya dolía

Aún así sigues presente
en lugar asequible,
aunque reconozco que es mas facil
encontrarte  “on line”

Que pena que haya quien te ignore,
con lo facil que es decir Vocero
que tiene femenino
como pintor, doctor, portero.

Hay mucha bilis
revuelta en esa pobre casa
pero la que se lleva la palma
es esta pobre muchacha.
No me extrañaría,
ni lo dudo casi,
que halla quien la llame,
en general, la feminazi.

Uy perdón.
La RAE, no lo tiene registrado.
Resulta desagradable y peyorativo,
a la persona y al oido.

Como también resulta desagradable,
una feminista al extremo insaciable
que por abrir la boca, la abre,
sin saber lo que sale.

Porta – voz
Porta, de portar, llevar
Voz, sonido producido por las cuerdas vocales (normalmente con sentido)
Porta – voza
Voza, no existe. Boza, sí
(Cabo para sujetar o amarrar algo; especialmente el que se ata en la proa de una embarcación pequeña y sirve para amarrarla a otra embarcación mayor, a un muelle, etc)

Patetismo puro y duro.
Le dejaba mi diccionario,
pero temo que le salgan ronchas
a la buena señora.

Querida,
la Voz, es femenina,
como la espada y la gallina.

No sufra,
no tenga tanta inquina.
Si quiere ser diferente
al resto de compañeros
que existen en la tierra
llámese en adelante,
La Vocera,
eso sí, escríbalo con uve,
no lo haga con be
en un ataque de feminitis,
no sea que la tengan que ingrersar
por tener Queilitis.




Comentarios

Entradas populares de este blog

PAULINA COLMENARES, ¡Va por ella!

Allí se postró, entre ambas tumbas. Reinaba el silencio sordo del camposanto. El trémulo suspiro de difuntos. No corría la brisa, ni cantaba la paraulata en este amanecer.  Contemplaba los nombres, en sus lapidas, de dos hombres cabales muertos por una cuita entre ellos , y dicen que por ella. Dos palos de hombres que se gallearon hasta morir,  uno a manos del otro.  Si alguien supo en realidad qué los llevó hasta ahí, lo desconocía, sólo sabia que por culpa de un baile y de aquellas muertes, ella andaba de boca en boca de todo aquel que paraba sus orejas a escuchar el cuento, y como no, para luego distorsionar la historia una "miajita" más. Alguno recitaba cual juglar la coplilla, en la esquina del Abasto, Barbería, o a la sombra de la fuente cuando iban las muchachas con sus cántaros a por agua.  Nunca importo quien fue,  nadie salió en su defensa. Su nombre fue arrastrado como en pelea de comadres . Quedó en ella el estigma del mapurite del que todos huyen

PEPE

Levantó la vista del periódico según oía que un taconeo, firme y perfectamente acompasado, se acercaba hacia donde se encontraba. Era uno de los bancos de espera de la estación de ferrocarriles. La salida de su tren aún se demoraría media hora y no era cuestión de pasar ese rato de pie, al fin y al cabo conocía la estación, y salvo las personas lo más atractivo del lugar consistía en leer, o inventarse historias sobre los transeúntes. No lo pudo evitar, aquella firmeza al andar, aquel taconeo, no sólo llamó su atención por cómo retumbaba en el vestíbulo. Ahora que era consciente de forma visual, según pasaba por delante de su vista, se ralentizo el tiempo. Un metro ochenta, ataviada con falda y traje de chaqueta, todo en negro. Medias con costura trazada con tira líneas perfectamente vertical. Sombrero negro de ala muy ancha, ala que apenas dejaba ver su cobrizo pelo recogido en un moño bajo, su rostro de tez pálida y sus labios de un carmín encendido. Aquel instante, casi detenido

ENTENEBRECER.

Luz que te encaminas tras la penumbra, que tras las rendijas imperceptibles nos vas invadiendo y  nos das el hálito de vida de cada amanecer, alumbra mis pasos, márcame con un filo hilo de oro una senda, un camino que me lleve hasta el Alba. Llévame allí, donde somos uno. Donde tu claridad no nos deja esconder tras el tul de la hipocresía. Convulsiona mi alma,  se inmisericorde. Desata todo lo inmundo que está agazapado. Esclarece rincones, que no queden rastros de sombras, tinieblas, dudas, temores. Deja clavadas teas en mi interior y que escupan fuego cuando se empiece a apoderar de mí la tiniebla de la falsedad. Y si entenebrece, arrasa con todo aquello que veas; y si quiera que por ello mi luz se extinga, llévame contigo para aprender a iluminar sendas y abrir caminos.