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Mostrando entradas de enero, 2017

EL PENDEJO

- Doncella, bella flor, qué lleva a vuestro ser a ocultar a su señor tan majestuoso cuerpo, digno de una diosa que en su altar reposa. - Oh, mi amado, mi señor, me aduláis sin recelo  ¿Cómo decís eso si ni un mechón de mi cabello habéis conseguido ver? - Será la espera. Noche y día en quince años, llevados con celibato. Me he retorcido, me he azotado, pero he conseguido llegarte casto. - Ya es esperar, amado mío. O sea, experiencia, ni pío. Cómo pretendéis entonces que  mi cuerpo desarrope. Enviudo de un tiro. - No os preocupéis, no temáis, de memoria  me sé el relato de Don Juán y Doña Inés. - ¡Mira que bien! Me tenéis abrumada os veo muy ducho, estoy tan asustada. Si no conociera vuestro blasón diría que sois un crápula y violador. - Perdonad mi lascivia. Me he dejado llevar. Jamás osaría vuestro altar profanar, de forma violenta, o con la crápula esa. No os preocupéis, veo en vos la debilidad que tuvo

LA CHURRERA DE ADELINA (I)

Quedaban en su cuerpo restos de la juerga nocturna, bastantes dicho sea de paso. Salió al patio de la casa para respirar el frío e intenso aire de la madrugada, y aunque se estaba tomando un café, el primero después de acostarse un rato  tras haber pasado la nocturna honrando a Baco,  un regurgitar de taninos, le descompuso tanto el cuerpo que lo más lejos que le dio tiempo a llegar fue al primer macetero. Luis, su compañero de juerga y dueño de la casa, ayudándole a incorporarse, dijo -"Menos mal que estamos en invierno y mi madre ha sacado todos los bulbos de las macetas para que no se hielen. Te ibas a enterar tu de lo que es arruinar una planta de mi madre". Una palmada en el hombro de Luis,  un "no te preocupes por mí, que ya estoy mejor", y "dame una cerveza y un bocata de jamón", fueron las tres únicas cosas que hizo durante la siguiente media hora, que se la pasó sentado intentando coger algo de fuerzas. La mañana estaba programada, batida de

PARA SEGUIRTE...

Como vagabunda alma, viajas en el tiempo, y te sigo con la mirada en tu vaivén orate. No pretendes principio ni fin, revoloteas, das vueltas sin cesar. Mi mirada desfallece retuerta, eso a ti, te da igual. No me das tregua no hay descanso, lo mismo estás arriba, otrora abajo. ¿Un plan preconcebido? Desconoces esa palabra,  todo es pasto de la improvisación, de tu propio caos. Y si con el paso del tiempo, cuando la madurez lo fastidia todo, llegan las treguas, y desaparece el orate, aquí estaré, aún con los ojos retuertos,  para seguirte en tus lances.

SOLEDAD

Soledad que todo lo abarcas. Con qué presteza te vuelcas en mí, y con qué laxitud te vas. Me vacías, me dejas sin hálito, inermes mi mente, la llenas de una inmensa oquedad. No hay luz que me guíe, sólo estás tú llenando el espacio. Espero a tu tiempo, tiempo en el que decides abandonarme, lentamente, gota a gota. Y comienzo a respirar, aunque sigues ahí, presta al acecho pues nunca abandonas, por si soy feliz. Al final, te vas.  Yo persevero,  un poco más roto. Te llevas de todos un poco, pero te vacías,  no eres aljibe, esa es nuestra victoria Lástima te tengo.