Era consciente, había días en los que no salía nada a derechas. Días en los que no había noticia que no le abofetease, pero días sueltos, y él tan fresco. Las frases que llevaba tatuada entre sus lóbulos cerebrales no dejaban que le afectase. «No hay mal que por bien no venga» «Si no tiene solución por qué lloras» «Esto no es lo de Cuba» «Más perdieron Simba y Bambi, y salieron adelante» y la que más le gustaba «Las rodillas se habrán destrozado, pero ya se irán curando por el camino. Vamos, arriba de nuevo» Lo de esa mañana no era lo habitual en lo que a reveses se refiere. No olia a carta de despido, ni multa de tráfico-hacienda o similar, ni telegrama de difunto, ni recibo inesperado en su maltrecha y estrecha cuenta bancaria. Un sobre en blanco, y sólo su nombre, como un oasis en medio de un desierto. Se tomó su tiempo, le dio varias vueltas, como para ver si en alguna de ellas, por arte de magia, aparecía algo más escrito que su filiación completa. Nada, ni una pista. Finalm
Sin pretensión alguna... Una amiga me dijo que debía hacerlo, y si es amiga lo diría por algo.